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  • Aceptación Radical

    Siempre que hablo de algo que no salió de mi, sino que recibí de algún lado me gusta decir «leí en algún momento…», la verdad de las cosas es que seguro lo vi en un reel. Me gusta decir que «leí en algún momento» algo porque suena menos banal que «vi un reel que hablaba de…»; y no porque me moleste ser banal, ni siquiera porque piense que lo soy, sino porque me es incómodo pensar en ser percibido como alguien banal. Es una incomodidad que no puedo ni siquiera definir. Es pequeña pero perenne. Inofensiva pero molesta. Es una incomodidad que parece orginarse fuera de mi, en lo que esperan los demás, pero que indiferentemente de si es así o no, ya es parte de mi.

    Hoy descubrí la aceptación radical. Se que ese término existe, porque lo leí en algún momento en un libro super intelectual que saque de una biblioteca a la que asisto regularmente a leer libros enormes de letras pequeñitas para despegarme de ese dispositivo que consume la atención de los simples mortales. Mentira, lo vi en un reel al que le presté 3 neuronas de atención así que claramente no se si mi versión es la misma. Pero mi versión me gusta.

    Puedo resumirla más o menos así: «Sí a todo». Eso es. Sí a todo lo que soy, lo bueno y lo malo. Sí a todo lo que me nace ser, hacer y sentir. Incluídas las voces que me piden que no haga algo por miedo. Sí, incluído el miedo, hasta el miedo a escribir lo que estoy escribiendo en este momento.

    Es súper hippie, lo se. Pero las 12 geniales horas que tengo que vestir esta nueva identidad son la prueba irrefutable de que funciona. ¿Me va a funcionar mañana? Quién sabe. Pero cuando no funcione… lo aceptaré radicalmente. ¿Y qué voy a hacer cuando me toque aceptar dos o más cosas que entren en conflicto? Cuando quiera tocar guitarra en vez de terminar el trabajo. Cuando quiera dormir en vez de ordenar mi casa. Cuando quiera ver mi celular leer un libro en vez de estar presente. Pues trataré de aceptarlas en el orden que vengan. Felizmente en ese sentido el tiempo está de mi lado, no porque me sobre, sino porque sólo me deja vivir un momento a la vez. Y por más que mi cabeza quiera preocuparse de todos los momentos juntos, de todas las posibilidades y probabilidades, de todos los cálculos, de sostener el control… me va a tocar aceptar radicalmente que no lo tengo. Uno influencia la realidad, pero no la controla. Yo no tengo el control, así que voy a dejar de estresarme por tenerlo. O por lo menos voy a tratar de.

  • Sobre morir, pt. 1

    «What to do if you find yourself stuck in a crack in the ground underneath a giant boulder you can’t move, with no hope of rescue?
    Consider how lucky you are that life has been good to you so far.
    Alternatively, if life hasn’t been good to you so far, which given your current circumstances seems more likely, consider how lucky you are that it won’t be troubling you much longer.”

    Douglas Adams, «The Hitchiker’s Guide to the Galaxy»

    Últimamente pienso mucho en la muerte. No en matarme, me queda claro que tengo demasiado compromiso con mis deberes de padre como para suicidarme con la consciencia tranquila. Pero pienso en la muerte mucho, como respuesta a la flojera por vivir.

    Imagínate levantarte un día y no tener que ir a trabajar, no tener que lavar los platos de la noche anterior, no tener que responder los mensajes de Whatsapp con preguntas que no sabes como responder o reclamos de gente que solo sirve para producir CO2.

    Imagínate no tener que pararte a preparar algo para tu desayuno, o pensar en qué vas a almorzar y ver como conseguirlo.

    Imagínate no tener que escuchar qué cagada hizo el congreso hoy o a qué país se fueron a meter los gringos ahora.

    Imagínate no tener que preocuparte por que cagada está planeando Keiko. O ya, si quieres, por que cosa está planeando la “caviarada” (aunque lo descarto, por que la gente que habla de “los caviares” no sabe leer – Imagínome no teniendo que preocuparme por el nivel de lectura del lector.)

    Imagínate no tener que ni siquiera que espantar todos esos pensamientos intrusivos sobre todo lo que puede salir mal el día de hoy o todas esas cosas que te preocupan. Imagina no tener que lidiar con tu cabeza todos los días.

    Imagina el silencio. No el que da miedo, sino el acogedor.

    Y sí, el contra-argumento a eso es “pero tampoco habría nada para disfrutar”. Disfrutar? Bitch, please, que concepto tan arcaico. No me acuerdo la última vez que disfruté plenamente algo. Porque hasta en mi disfrute ha habido siempre una gota (o varias) de cargo de conciencia.

    ¿Pero morir? ¿Estar muerto y no tener que lidiar con nada?, ESO… eso es vida.

    Y aquí estamos. Aprender a vivir o morir en el intento.

  • Distimia

    Mi psiquiatra acaba de diagnosticarme “distimia». Ya puedo escuchar a un par de queridos pero ignorantes amigos diciendo “ahora todos tienen depresión”.

    ChatGPT, en corto, qué es “distimia”?

    “La distimia es un trastorno del estado de ánimo crónico y de larga duración que se caracteriza por una sensación persistente de tristeza o desánimo casi todos los días. Es menos grave que la depresión mayor pero más duradera.”

    “Menos grave”. No puedo evitar pensar que ni tener depresión me sale bien.

    • “Mamá mira! Depresión! Podemos comprar!?”
    • “TENEMOS DEPRESIÓN EN LA CASA DIEGO”
    • La depresión en la casa:

    La verdad es que no puedo evitar sentirme contento por el diagnóstico. Me siento validado. No estoy loco. Bueno, sí estoy loco, me refiero a que no me lo estaba imaginando. Hace dos años cuando me diagnosticaron TDAH no sentí ese alivio porque estaba seguro que tenía TDAH, me lo han dicho desde que tengo uso de razón. Con la distimia es distinto.

    Objetivamente puedo decir que mi vida es mejor que la de la mayoría de gente, vivo una situación privilegiada. También puedo decir que casi todo está relativamente bien. Tengo problemas en el trabajo, pero tengo un trabajo en lo que me gusta. La crianza de mis hijos es difícil, pero tienen todo lo que necesitan y son felices la mayoría del tiempo. Tengo amigos que quiero, no muchos, pero no siento que necesite más. Tengo un hobby que me gusta y en el que soy medianamente bueno. Objetivamente estoy bien.

    El problema es que no me siento bien. No, no hablo de postura. O sea ya, sí, puedo sentarme mejor y enderezar la espalda, pero no hablo de eso. Carajo, presta atención que me distraes.

    El problema es que no me siento bien. Con nada. Todavía no soy del todo capaz de articular exactamente y de manera holística lo que me pasa. Pero tengo algunos ejemplos. El optimismo, por ejemplo, se ve como algo completamente ajeno. Incluso cuando no es ingenuidad, simples acciones como ahorrar para una meta o de hacer ejercicio para cambiar los hábitos sedentarios se ven… inútiles. En parte porque el pesimismo me dice “seguro tú no podrías con esa meta”… pero principalmente porque pienso “¿y después qué?”. Mi nihilismo y mi cinismo no me dejan ver más allá.

    No me mal interpretes, yo AMO mi cinismo y mi nihilismo… me parecen la única forma sensata de ver el mundo en el que vivimos. La única respuesta cuerda a vivir en esta sociedad es volverse loco, pero creo que ya han calado demasiado. Y es que uno no puede vivir sin esperar nada de la vida, porque entonces ¿para qué vive?… Cuando miro directamente al abismo, el abismo no sólo me mira de vuelta, el csm me hace ojitos. Y yo caigo. Maldito y sensual abismo.

    Así que decidí hacer algo que no hago hace tiempo. Escribir. Revolcarme en la mierda y de vez en cuando reírme del baño de caca. ¿Muy gráfico? Uf… agárrate.